La geomorfología es una herramienta básica para el análisis de riesgos de un proyecto.
 
Un estudio detallado de las características del terreno en el que se desarrolla dicho proyecto es una garantía de futuro para el mismo. El enfoque geomorfológico tiene como objeto la caracterización de estructuras geológicas que no pueden verse mediante otras técnicas de investigación (como los métodos geotécnicos). Dichas estructuras pueden ser, entre otras, las siguientes:
 

Deslizamientos y corrimientos del terreno, taludes inestables
Fallas, pliegues y otras estructuras tectónicas
Depósitos fluviales, de inundación, terrazas
Fenómenos de erosión hídrica o eólica
Zonas con riesgos por materiales geológicos inestables tales como arcillas expansivas, estructuras colapsables o kársticas
Zonas glaciales, permafrost, estructuras sedimentarias asociadas

El estudio geomorfológico es un buen paso previo para un proyecto que ocupe grandes extensiones como el fotovoltaico, eólico o infraestructuras, permitiendo acotar los riesgos y problemas que puedan surgir a medio o largo plazo.
 
Asimismo, el estudio geomorfológico sirve de base al estudio geotécnico e hidrológico puesto que permite enfocarse en las zonas de mayor riesgo, variabilidad y homogeneidad del suelo.